Bastante controvertidas resultan las tesis sobre el origen de este perro, que algunos consideran proveniente de Polonia, mientras otros, en cambio, como de Africa del Norte y cuya importación a Europa se debió a los moros, que en el siglo VIII ocuparon España. Desde allí se habría extendido después a casi todos los países del continente aunque ha encontrado su mayor desarrollo en Francia. Durante el siglo XVI, a este se le encuentra en muchos países con los nombres más diversos, debiéndose su actual denominación al célebre cinólogo Fauilloux que, en su "Tratado sobre la caza", lo llamaba justamente Barbet. Este perro es interesante fundamentalmente porque ha contribuido a la formación de otras razas, no sólo de caza.